viernes, 26 de julio de 2013

Conclusión de cierre de semestre.

Bueno, para finalizar con este semestre de trabajo, al igual que en cualquier otro ramos debo rendir cuentas de lo que he aprendido. Por primera vez en mi vida, daré cuenta de esto plasmándolo en una entrada de blog. Será interesante ...
Desde la primera vez que nos encontramos en la misma sala con la profesora Erna Navarrete y el profesor Félix Pérez tuve la sensación de que estas clases serían muy interesantes, y completamente distintas a todas las clases que había tenido en toda mi vida. Y por fortuna así fue. En ningún momento sentí que las actividades se volvieran monótonas ni aburridas. Para mi cada encuentro era una nueva oportunidad de crecer. Y esto fue para mí lo más importante. En las mayorías de las clases uno sólo desarrolla su lado intelectual, pero nunca nunca en mi vida había tenido una clase que me ayudara a crecer en otros aspectos.
Estas clases me llevaron a caminar por terrenos nuevos, donde continuamente me encontraba conmigo misma y con mis emociones. Fueron clases en las que me retro-inspeccionaba, donde miraba hacia mi interior y abría ese baúl emocional que la mayor parte del tiempo mantengo cerrado.
Fueron incontables las clases en las que reí, me divertí; las clases donde me emocioné y llegué incluso a llorar oyendo a mis compañeros. Esto fue también otro aspecto importante que desarrollé con el transcurso de las clases: aprendí a oír con mayor atención y a sentir en conjunto con quien comparto.
Creo que es lo más destacable de las actividades era que uno lograba conectarse consigo mismo, pero no sumergiéndonos  en nuestro interior, sino más bien compartiendo nuestro interior con nuestro entorno. Conectando todas esas emociones y sentimientos  y expresándolas con el cuerpo a través de una mirada, un saludo, un apretón de manos, un abrazo, bailando, haciendo música, guardando silencio. Y todo esto lo logramos a través de pequeños trabajos individuales y grupales.
Aprendí muchas cosas, que creo que muchas quedarán en el tintero y no serán escritas.
No hubo clase en la que saliera más relajada, más tranquila. Tampoco hubo clase alguna en la que no saliera cuestionándome una miríada de cosas. Recuerdo que las actividades finalizaban y quedaba con gusto a poco. Quería seguir conectándome.
Y en fin, cada una de las cosas que fui viviendo y aprendiendo con el transcurso de las actividades fueron registradas en este blog, o mejor dicho en esta bitácora creativa, donde pude plantear mis vivencias, mis sentimientos, mis pensamientos y reflexiones, y todas aquellas apreciaciones que pude ir teniendo clase a clase.
No puedo decir, de manera alguna, que soy la misma persona que entró y se sentó por primera vez a la sala Brígida Flores un 28 de Marzo. Evidentemente he cambiado. En algunos aspectos he crecido. Es más cada vez que terminaba una clase sentía que ya no era la misma, y cuando transcribía mis experiencias en este blog me daba el trabajo de reflexionar aún más. Ahora había crecido el doble.


Regalitos que guardan mucho dentro de sí.

Ayer, Jueves 25 de Julio. Dimos cierre a una actividad que había sido postergada continuamente: La entrega del regalo creativo.
Como mencioné en una entrada anterior (Movimiento creativo con máscaras / Mail art) previamente habíamos establecido un grupo de siete personas reunidas bajo el concepto de habilidad. Ayer finalmente, fue el día de entregar los resultado de tan largo proceso creativo.
Después del examen de Biología nos juntamos en el ParqueForestal para entregarnos los regalos. Fue un día bastante bueno para juntarse. El clima nos acompaño harto, no hacía no frío ni calor. De modo que estuvimos bien cómodas el rato que estuvimos juntas.
Nos sentamos en el pasto a comer  para pasar el hambre y de algún modo celebrar que al fin este momento había llegado. Conversamos un rato de cosas triviales, para pronto dar paso a la entrega en sí.
Entre muchas risas comenzamos a entregar uno a uno los regalos en los que habíamos trabajado pensando no tan sólo en el concepto en el que se basaba el objeto, sino que también pensando en la persona a la que se le regalaría y también en uno mismo. Cada una puso su mucha dedicación en su trabajo. Eso era visible.
Todos los regalos eran muy creativos, llenos de colore.  Debo decir que mis compañeras tiene muy buenas ideas y saben llevar a cabo de manera muy pulcra sus ideas.
Todas comentamos cuanto nos había costado iniciar con el proceso creativos, cuantas veces habíamos quedado en blanco y detenidas en el proceso de continuar con un objeto, o comenzar con otro. También comentamos sobre el significado que cada uno le había dado a la palabra "habilidad" y en qué cosas se había basado para crear.
Fue un momento muy emotivo, muy grato, muy significativo para cada una. En los regalos no sólo de una manera coincidente se demostraban precisamente habilidades, sino que también se mostraban afectos.
Cada una plasmó en esos objetos más que el simple concepto de habilidad. Cada una colocó sus energías, sus pensamientos, sus ideas, dedicó tiempo a fabricarlos tanto en su mente como en lo concreto.
Cada una dio lo mejor de sí misma en este trabajo.
Todas se esmeraron mucho por plasmar mucho en un objeto sencillo, pero que a la vez no resultaba tan sencillo, ya que dentro de cada uno se hallaban inmersos un sin fin de conceptos intrínsecos , que quizá, por casualidad llegaron a quedar atrapados dentro de él.
Luego llegó la hora de despedirnos. Después de una semana tan intensa como esta, todas teníamos ganas de descansar. Ésta fue una semana cargada de muchas tensiones, ya que terminábamos el primer semestre y muchas, algunas  más que otras, rindieron pruebas por montón. Lo bueno fue que esta instancia logró cerrar la semana con un lindo broche de oro.

Este encuentro, al igual que las otras clases que hemos tenido (aunque en esta ocasión de manera extraordinaria no nos reunimos en el salón Brígida Flores) estuvo cargadísima de intensas emociones.

Un retrato, muchas historias



Finalmente, después de muchos días, tuvimos nuestra tercera clase de drama.
El contexto fue muy similar al de las otras dos sesiones de drama. La sala Brígida Flores una vez más se llenaba de silencio y emociones que afloraban desde lo más profundo de quien exponía.
¿Cuál era la dinámica de trabajo en esta ocasión? En primer lugar el público estaba dispuesto siguiendo la estructura del clásico anfiteatrogriego. Quienes en esta ocasión exteriorizarían sus emociones se reunieron en un círculo central en un comienzo. Ellos se abrazaron fuertemente en señal de afecto, apego e interés por el otro.

En esta oportunidad cada uno de los integrantes del tercer grupo debía presentarse ante el curso cuando la fotografía que habían escogido era proyectada ante la sala. Cabe decir que estas fotografías no eran cualquier tipo de foto, sino que contenía una alta concentración emocional para la persona.
En la mayor parte de las fotografías que se proyectaron aparecían familiares muy cercanos y significativos, como padres, abuelos y hermanos. Aunque de igual modo pudimos observar fotografías de amigos.
La belleza de estas fotografías no radicaba tan solo en quien era retratado con perfección en esa escena, sino que también éstas habían sido capturadas en un momento muy especial para ellos. Esas fotografías no eran solo imágenes frías y vacías. Ellas eran objetos simbólicos con mucho valor. Un tesoro para cada uno.
Uno a uno, estos narradores fueron pasando en frente para que su público oyera con atención las historias que tenían para contarnos. La gama de historias fue riquísima, y también así fue la riqueza de emociones que deambulaban por la sala.
Hubo momentos en que brotaban risas en masa, y otros en que las que las lágrimas comenzaban a derramarse no tan sólo de los ojos del narrados, sino también dentro de su público, especialmente entre quienes lograban establecer mayor vínculo emocional con la historia, con el narrador, con el contexto.
Conocimos, una por una, a cada una de esas personas tan especiales para cada narrador.
Detrás de cada fotografía había una persona. Detrás de cada persona había una historia que contar. Detrás de cada historia, se guardaban sentimientos. Y detrás de cada sentimiento estaba ese vínculo fuerte y hermoso que convertía a esa persona de un ser común y corriente a un real tesoro en la vida del narrador.
No podría comparar de forma alguna la carga emocional de esta sesión con las otras dos anteriores. Tampoco podría comparar este encuentro con ningún otro previo. Para mí cada uno de estos encuentros ha sido único e incomparable en toda dimensión.
En cada uno de estos encuentros hemos crecido en diferentes dimensiones. Hemos escavado en diversas zonas y profundidades en el interior.

Para finalizar con esta entrada me gustaría decir algo que reflexione ya habiendo terminado la clase. Pensé en la diversidad de recuerdos que uno posee almacenado en su memoria, y no sólo como cuadro de escenas vividas, sino que estas escenas están enlazadas con emociones cálidas y reales.