viernes, 26 de julio de 2013

Un retrato, muchas historias



Finalmente, después de muchos días, tuvimos nuestra tercera clase de drama.
El contexto fue muy similar al de las otras dos sesiones de drama. La sala Brígida Flores una vez más se llenaba de silencio y emociones que afloraban desde lo más profundo de quien exponía.
¿Cuál era la dinámica de trabajo en esta ocasión? En primer lugar el público estaba dispuesto siguiendo la estructura del clásico anfiteatrogriego. Quienes en esta ocasión exteriorizarían sus emociones se reunieron en un círculo central en un comienzo. Ellos se abrazaron fuertemente en señal de afecto, apego e interés por el otro.

En esta oportunidad cada uno de los integrantes del tercer grupo debía presentarse ante el curso cuando la fotografía que habían escogido era proyectada ante la sala. Cabe decir que estas fotografías no eran cualquier tipo de foto, sino que contenía una alta concentración emocional para la persona.
En la mayor parte de las fotografías que se proyectaron aparecían familiares muy cercanos y significativos, como padres, abuelos y hermanos. Aunque de igual modo pudimos observar fotografías de amigos.
La belleza de estas fotografías no radicaba tan solo en quien era retratado con perfección en esa escena, sino que también éstas habían sido capturadas en un momento muy especial para ellos. Esas fotografías no eran solo imágenes frías y vacías. Ellas eran objetos simbólicos con mucho valor. Un tesoro para cada uno.
Uno a uno, estos narradores fueron pasando en frente para que su público oyera con atención las historias que tenían para contarnos. La gama de historias fue riquísima, y también así fue la riqueza de emociones que deambulaban por la sala.
Hubo momentos en que brotaban risas en masa, y otros en que las que las lágrimas comenzaban a derramarse no tan sólo de los ojos del narrados, sino también dentro de su público, especialmente entre quienes lograban establecer mayor vínculo emocional con la historia, con el narrador, con el contexto.
Conocimos, una por una, a cada una de esas personas tan especiales para cada narrador.
Detrás de cada fotografía había una persona. Detrás de cada persona había una historia que contar. Detrás de cada historia, se guardaban sentimientos. Y detrás de cada sentimiento estaba ese vínculo fuerte y hermoso que convertía a esa persona de un ser común y corriente a un real tesoro en la vida del narrador.
No podría comparar de forma alguna la carga emocional de esta sesión con las otras dos anteriores. Tampoco podría comparar este encuentro con ningún otro previo. Para mí cada uno de estos encuentros ha sido único e incomparable en toda dimensión.
En cada uno de estos encuentros hemos crecido en diferentes dimensiones. Hemos escavado en diversas zonas y profundidades en el interior.

Para finalizar con esta entrada me gustaría decir algo que reflexione ya habiendo terminado la clase. Pensé en la diversidad de recuerdos que uno posee almacenado en su memoria, y no sólo como cuadro de escenas vividas, sino que estas escenas están enlazadas con emociones cálidas y reales.

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