viernes, 10 de mayo de 2013

Dándole color a nuestros rostros.



Hoy tuvimos nuestra segunda sesión de trabajo en máscaras.
Pasaron dos semanas en que las máscaras tuvieron tiempo para secarse .
Hoy correspondía colorear esas pálidas máscaras que sólo estaban cubiertas con polvo de yeso, con algunas hilachas  de las bandas de yeso y más de alguna irregularidad en su superficie.
La profesora Erna, con quien trabajamos en esta ocasión, nos entregó algunos materiales para trabajar. Nos dio unas cuantas tijeras, papel para lijar, témperas, papeles, pegamento y pasta muro.
Los primero era recortar algunas imperfecciones y quitar algunas irregularidades con las lijas y tijeras. Luego, si uno quería podía empastar su máscara. El problema fue que el clima no nos acompañó mucho. Estaba lloviendo, y por ello las máscaras tardarían más en secar, y nos impediría continuar con el trabajo decorativo. Algunos, de todos modos decidieron empastar sus máscaras, pero debían llevárselas para terminar de retocarlas en casa, ya que las ocuparíamos en las clases siguientes.
 Otros decidieron comenzar de inmediato con el trabajo decorativo de las copias de sus rostros. La idea de esta decoración era que cada uno plasmara sobre sus rostros códigos de su identidad. Que manifestáramos a través de figuras, colores, aplicaciones todo lo que somos.
Poco a poco, dentro de la sala de taller comenzaron a darse forma esos nuevos rostros ahora coloridos. Algunas máscaras muy sencillas, otras muy producidas. Algunas tapizadas con papeles de muchos colores, con mosaicos de colores, otras simplemente pintadas con tonos que iban en degradé. Algunos rostros con tonos oscuros, otros muy brillantes. Algunas muy contrastante y otras muy sobrias.
Toda estas máscaras  no hacían más que ser el retrato ambulante de rostros diversos. Rostros de diferentes tamaños, formas, y ahora también de diferentes colores y diseños.
Cada máscara ahora representaba nuestra propia identidad, lo que cada uno es, nuestros propios gustos e ideales.
Cada máscara en esta clase se volvió un espejo de lo que nuestra  mente piensa, de lo que nuestros corazones sienten.
Ahora podíamos observar de manera concreta todo lo abstracto que cada uno guarda en su propio baúl oculto.
Algo que he notado desde un comienzo, y que llevo rescatando desde la primera clase, es el trabajo de autoconocimiento que emprendimos desde el primer momento, desde el primer encuentro. No ha habido, hasta ahora, ninguna clase en la que yo salga con la sensación de no haber crecido un poco más, o quizá no crecer necesariamente, sino más bien de que a mis pies se han lanzado una serie de conceptos, ideas, que funcionan en mi como fertilizante para plantas. Con cada actividad que realizamos, con cada plática que sostenemos, siento que estoy preparando mi terreno para seguir creciendo. Dotando mis tierras con nuevas herramientas, nuevos conocimientos, con nuevos sentimientos, con más fuerzas. Preparando esas tierras limpiándolas de las malezas que agotan los nutrientes de mis terrenos e impiden que continúe creciendo. Quitando poco a poco esas trabas que me impiden de ser yo misma con libertad. Librándome de esta caparazón que me impide crecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario