domingo, 26 de mayo de 2013

Intensidad emocional en el ambiente



En la clase anterior se nos asignó cierta tareas distribuidas para las semanas que le seguirían. El curso fue divido en tercios, según la lista de alumnos al primer tercio le tocaba trabajar el día 23 de Mayo con papel de diario.
Ese día es hoy. Y yo estoy dentro de ese primer tercio del curso.
Aproximadamente veinte alumnos conformaban el primer grupo. Nos sentamos en un círculo en el centro de la sala en torno  a un montón de periódicos y cintas adhesivas.
Esta clase fue dirigida por el profesor Félix Pérez, a quien no veíamos hace mucho rato. Él nos explicó la actividad de hoy, mientras el resto del curso guardaba silencio sentados en las sillas que estaban dispuestas en forma de círculo alrededor de nosotros.
La actividad del día consistía en revisar nuestra memoria y encontrar en ella a alguna persona que nos haya marcado mucho en nuestra vida, que haya influenciado de gran manera en nuestra forma de pensar, de hacer y de ser. Buscar en nuestras cabezas a una sola persona que nos haya impulsado tal vez a seguir el camino sobre el que hoy transitamos.
Se nos dio unos cuantos minutos para meditar y revisar dentro de nosotros hasta hallar a esa persona. A algunos les fue más dificultoso que ha otros hallar a esa persona.
Una vez en mente, tuvimos que ponernos manos a la obra. Ahora teníamos que armar sólo con papel de diario y cinta adhesiva un objeto que simbolizara a esa persona tan especial para cada uno. Algo que nos evocara algún momento con esa persona, que de alguna manera explicara quien era esa persona y por qué era tan especial para nosotros.
Fue emocionante ver como cada uno de los que estábamos en el círculo interior se esmeraba tanto en formar esa idea mental que tenían para simbolizar a ese alguien especial. El tiempo se nos hizo poco, pero con la mayor rapidez posible cada uno armo ese objeto.
Fue aún más emocionante, una vez terminado este trabajo oír las historias que cada uno contaba acerca de esa persona, cuando nos contaban y daban al descubierto toda esa gama de emociones que cada uno guarda en su interior. Fue como mirar a través de una radiografía los sentimientos de cada expositor. En ese momento se abrió una puerta,  dentro del relator que  nos permitía entrar a su lado más intimo. Se abrieron, entonces, ventanas en el interior de cada narrador que nos dejaban vislumbrar ese lado cálido y muy humano que cada uno contiene. Ese lado que cada quien demuestra en mayor o menor medida, con mayor o menor facilidad al mundo.
Muchas lágrimas brotaron en esta clase. Muchos abrazos, palabras bonitas y cariños se dieron al finalizar la sesión del día.

Nos fuimos sabiendo un poco más de nosotros mismos y un poco más de nuestros compañeros, con quienes compartimos casi todos los días y en casi todos los espacios de nuestra vida. Una tarde de potentes emociones. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario