Bueno, para finalizar con este semestre de trabajo, al igual
que en cualquier otro ramos debo rendir cuentas de lo que he aprendido. Por
primera vez en mi vida, daré cuenta de esto plasmándolo en una entrada de blog.
Será interesante ...
Desde la primera vez que nos encontramos en la misma sala con
la profesora Erna Navarrete y el profesor Félix Pérez tuve la sensación de que
estas clases serían muy interesantes, y completamente distintas a todas las
clases que había tenido en toda mi vida. Y por fortuna así fue. En ningún
momento sentí que las actividades se volvieran monótonas ni aburridas. Para mi
cada encuentro era una nueva oportunidad de crecer. Y esto fue para mí lo más
importante. En las mayorías de las clases uno sólo desarrolla su lado
intelectual, pero nunca nunca en mi vida había tenido una clase que me ayudara a
crecer en otros aspectos.
Estas clases me llevaron a caminar por terrenos nuevos,
donde continuamente me encontraba conmigo misma y con mis emociones. Fueron
clases en las que me retro-inspeccionaba, donde miraba hacia mi interior y
abría ese baúl emocional que la mayor parte del tiempo mantengo cerrado.
Fueron incontables las clases en las que reí, me divertí;
las clases donde me emocioné y llegué incluso a llorar oyendo a mis compañeros.
Esto fue también otro aspecto importante que desarrollé con el transcurso de
las clases: aprendí a oír con mayor atención y a sentir en conjunto con quien
comparto.
Creo que es lo más destacable de las actividades era que uno
lograba conectarse consigo mismo, pero no sumergiéndonos en nuestro interior, sino más bien compartiendo
nuestro interior con nuestro entorno. Conectando todas esas emociones y sentimientos
y expresándolas con el cuerpo a través
de una mirada, un saludo, un apretón de manos, un abrazo, bailando, haciendo
música, guardando silencio. Y todo esto lo logramos a través de pequeños
trabajos individuales y grupales.
Aprendí muchas cosas, que creo que muchas quedarán en el
tintero y no serán escritas.
No hubo clase en la que saliera más relajada, más tranquila.
Tampoco hubo clase alguna en la que no saliera cuestionándome una miríada de
cosas. Recuerdo que las actividades finalizaban y quedaba con gusto a poco.
Quería seguir conectándome.
Y en fin, cada una de las cosas que fui viviendo y aprendiendo
con el transcurso de las actividades fueron registradas en este blog, o mejor
dicho en esta bitácora creativa, donde pude plantear mis vivencias, mis
sentimientos, mis pensamientos y reflexiones, y todas aquellas apreciaciones que
pude ir teniendo clase a clase.
No puedo decir, de manera alguna, que soy la misma persona
que entró y se sentó por primera vez a la sala Brígida Flores un 28 de Marzo.
Evidentemente he cambiado. En algunos aspectos he crecido. Es más cada vez que
terminaba una clase sentía que ya no era la misma, y cuando transcribía mis
experiencias en este blog me daba el trabajo de reflexionar aún más. Ahora
había crecido el doble.